1. Principio

Creemos que Jesucristo es el hijo de Dios; es la imagen misma de su Padre. Hebreos 1:1-3, 8; Colosenses 1:15; 2.9; 1 Timoteo 3:16.

  1. Creemos que Jesucristo ya existía en forma de Dios en el cielo, antes de venir a la tierra. Juan 1:1, 2; Filipenses 2:5, 6; Colosenses 2:9; Juan 1:14; Miqueas 5:2.
  2. Nació de la virgen María, en esta tierra, “… concebido del Espíritu Santo…” (Mateo 1:18 – 23).
  3. Por medio de El creó Dios todas las cosas. Juan 1:1-3; Colosenses 1:16, 17. “Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo. Jesús, el resplandor de la gloria del Padre, ‘y la misma imagen de su sustancia’ (Hebreos 1:3), vino a esta tierra en forma de hombre.” Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 263.
  4. Mediante su encarnación, crucifixión y resurrección, Jesús se reveló como el Salvador. Es el único Mediador entre Dios y la humanidad caída. Su vida es un ejemplo singular para toda la humanidad y especialmente para todos sus seguidores. Hechos 4:12; Filipenses 2:5-8; 1 Timoteo 2:5, 6; Hebreos 2:17; 1 Pedro 2:21; Deuteronomio 18:15; Juan 18:37.
  5. Es hoy nuestro Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo del santuario celestial, y realiza la obra final de reconciliación. Hebreos 8:1, 2; 7:24, 25; 4:15, 16; 9:24 – 26.

2. Introducción

Es importante tomar en consideración el nombre que se aplica a Jesús como el pensamiento de Dios en la carne en Juan 1:1 “Cuando todo comenzó, ya existía la Palabra; y aquel que es la palabra estaba con Dios y era Dios”. Y la Palabra, es decir, Cristo “Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros” Juan 1:14. Además la Palabra, Jesús, poseía algo inherentemente “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” Juan 1:4. Así pues, a Jesús se le llama también: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida” 1 Juan 1:1.

Mientras que el Nuevo Testamento nos informa acerca de la vida y obra de Jesús en esta tierra, el Antiguo Testamento nos lo presenta por adelantado, ya que Cristo mismo hizo referencia a ello en Juan 5:39 “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.

Cuando uno de los discípulos de Jesús, Felipe, habló de Su Maestro a su amigo Natanael presentó a Cristo de la siguiente forma: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” Juan 1:45. El mismo Salvador aclaró a sus discípulos dónde las Escrituras deban testimonio de El: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” Lucas 24:27

“Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre Eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios.” Patriarcas y Profetas, 12

3. Definición

La primera definición de Cristo en las Sagradas Escrituras la encontramos unida a la primera promesa de un Redentor en Génesis 3:14, 15 “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: …Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. A Abraham se le renovó esta promesa en Génesis 22.18 “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra”. Esta simiente prometida se refería a Cristo, tal como se describe en Gálatas 3:16 “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”.

Durante el peregrinaje de Israel por el desierto, Cristo se encontraba presente entre ellos en una forma especial: “Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” 1 Corintios 10:4

Este par de ejemplos nos permiten constatar como Cristo se encontraba presente en el Antiguo Testamento, aunque no en la forma humana que conocemos por los Evangelios, aunque su existencia era anterior, tal como se nos describe en Juan 17:5 “Ahora pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” La unidad con el Padre en gloria es clara, así como su eternidad que se describe en Miqueas 5:2 “…y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” pues el mismo declara en Juan 10:30 “Yo y el Padre uno somos” en naturaleza, pensamientos y propósitos.

Es importante tomar en consideración las cualidades divinas que se encuentran en Isaías 44:6 “Así dice Jehová Rey de Israel, y su redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios” y que se encuentran en el último libro del Nuevo Testamento referidas a Cristo: “…Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” Apocalipsis 22:13. En ambos versículos se encuentra la misma expresión, la cual es aplicada a Cristo, tomando como referencia la cita del Antiguo Testamento.

La divinidad de Cristo en una forma explicita se encuentra detallada en Colosenses 2:9 “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” así como su humanidad pues apareció en la tierra de la siguiente manera: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” Lucas 2:11.

La Divinidad actúa siempre en completa armonía, lo cual se constata, una vez más, en el modo en que Cristo fue engendrado en la carne: “…El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” Lucas 1:35

Era necesario que Cristo naciera de este modo y que participara de la naturaleza humana, pues su venida a la tierra tenía un propósito muy claro, de acuerdo a Hebreos 2:17 “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordiosos y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo”

En su vida y obra en esta tierra dejo tras si una importante lección: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hebreos 4:14, 15

“El Rey de gloria se rebajó a revestirse de humanidad. Tosco y repelente fue el ambiente que le rodeó en la tierra. Su gloria se veló para que la majestad de su persona no fuese objeto de atracción. Rehuyó toda ostentación externa. Las riquezas, la honra mundanal y la grandeza humana no pueden salvar a una sola alma de la muerte; Jesús se propuso que ningún halago de índole terrenal atrajera a los hombres a su lado. Únicamente la belleza de la verdad celestial debía atraer a quienes le siguiesen. El carácter del Mesías había sido predicho desde mucho antes en la profecía, y él deseaba que los hombres le aceptasen por el testimonio de la Palabra divina.” El Deseado de todas las gentes, 29

4. Características

Cristo se definió a si mismo mediante cinco características vitales, de acuerdo a Juan 14:6 “Yo soy, el camino, la verdad, la vida nadie viene al Padre, sino por mí”. Expresando los mismos pensamientos en otras palabras podría decirse:

  1. ‘Yo soy’  =  Sublime nombre de la Deidad
  2. ‘Camino’  =  Vía por la cual conducirse
  3. ‘Verdad’  =  Conocimiento auténtico
  4. ‘Vida’  =  Existencia
  5. ‘Viene al Padre’  =  Acceso a Dios Padre

La vida como existencia vital la recibimos de Dios, así como también la eterna nos es accesible a través de Cristo, puesto que “este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida” 1 Juan 5:11, 12.

En el Evangelio de Juan se expresa esta misma verdad en palabras semejantes: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el hijo, no verá la vida…” Juan 3:36

La condición del ser humano antes de recibir la vida que Cristo concede a través de su aceptación es realmente lamentable: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo” Efesios 2:4, 5.

Pero cuando uno recibe verdaderamente a Cristo, recibe la vida de El, tal como se describe en Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo más yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Es maravilloso comprobar que a través de Cristo se recibe una vida nueva o en otras palabras de renace a una vida nueva por medio de la ‘simiente incorruptible’ es decir, Jesús. “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” 1 Pedro 1:23.

Si se nace de nuevo en Dios también se es adoptado en la familia celestial: “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” Gálatas 3:26 y sí somos hijos también somos hechos coherederos juntamente con Cristo: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” Romanos 8:17

“Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios. ‘Y llamarás su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.’ ‘Y sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo.’ (Isa. 9:6; Miq. 5:2) y el Hijo de Dios, hablando de sí mismo, declara: ‘Jehová me poseía en el principio de su camino, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternalmente tuve el principado… Cuando establecía los fundamentos de la tierra; con él estaba yo ordenándolo todo; y fui su delicia todos los días, teniendo solaz delante de él en todo tiempo.’ (Prov. 8:22 – 30)

El Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los seres celestiales. ‘Porque en él fueron criadas todas las cosas,… sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él.’ (Col. 1:16)… el Hijo, el Ungido de Dios, ‘la misma imagen de su sustancia,’ ‘el resplandor de su gloria’ y sostenedor de ‘todas las cosas con la palabra de su potencia,’ tiene la supremacía sobre todos ellos. Un ‘trono de gloria, excelso desde el principio,’ era el lugar de su santuario; una ‘vara de equidad,’ el cetro de su reino. ‘Alabanza y magnificencia delante de él: fortaleza y gloria en su santuario.’ ‘Misericordia y verdad van delante de tu rostro.’ (Heb. 1:3, 8, Jer. 17:12; Sal. 96:6; 89:14) Patriarcas y Profetas, 12

5. Referencias

El advenimiento de Cristo a la tierra fue descrito a través de una hermosa figura poética en el Antiguo Testamento: “Saldrá Estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel” Números 24:17 y en el Nuevo Testamento se aplica esta misma figura a Jesús en Apocalipsis 22:16 “Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.

Las profecías referidas al advenimiento de Jesús son especialmente específicas. A continuación de exponen algunas de ellas:

NACIMIENTO
  • Profecía: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel” Isaías 7:14
  • Cumplimiento: “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros” Mateo 1:22, 23
LUGAR DE NACIMIENTO
  • Profecía: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti saldrá el que será Señor en Israel” Miqueas 5:2
  • Cumplimiento: “Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes” Mateo 2:1
ANTECESOR DE JESÚS
  • Profecía: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” Isaías 40:3
  • Cumplimiento: “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: Tú, ¿quién eres? … Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor” Juan 1:19, 23
PREDICACIÓN DE CRISTO
  • Profecía: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, por cuanto Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos; me ha enviado para vender a los quebrantados de corazón, para proclamar a los cautivos libertad, y a los aprisionados abertura de la cárcel” Isaías 61:1
  • Cumplimiento: “Vino a Nazaret… y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde está escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. … Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros” Lucas 4:16-21
RECEPCIÓN DE CRISTO
  • Profecía: “Depreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” Isaías 53:3
  • Cumplimiento: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A los suyos vino, y los suyos no le recibieron” Juan 1:10, 11
ENJUICIAMIENTO DE CRISTO
  • Profecía: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” Isaías 53:7
  • Cumplimiento: “Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; …” Mateo 27:13, 14
TÚNICA DE CRISTO
  • Profecía: “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” Salmo 22:18
  • Cumplimiento: “Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta …” Mateo 27:35
TRATO DE CRISTO EN LA CRUZ
  • Profecía: “Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre” Salmo 69:21
  • Cumplimiento: “Le dieron a beber vinagre mezclado con hiel …” Mateo 27:34

Esta es una breve reseña de las muchas profecías acerca de Jesús que se encuentran en el Antiguo Testamento y se encuentran cumplidas y confirmadas en el Nuevo Testamento.

“El Hijo de Dios, el glorioso Soberano del cielo, se conmovió de compasión por la raza caída. Una infinita misericordia conmovió su corazón al evocar las desgracias de un mundo perdido. Pero el amor divino había concebido un plan mediante el cual el hombre podría ser redimido. La quebrantada ley de Dios exigía la vida del pecador. En todo el universo sólo existía uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del hombre. Puesto que la ley divina es tan sagrada como el mismo Dios, sólo uno igual a Dios podría expiar su transgresión. Ninguno sino Cristo podía salvar al hombre de la maldición de la ley, y colocarlo otra vez en armonía con el Cielo. Cristo cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que era tan abominable a los ojos de Dios que iba a separar al Padre y su Hijo. Cristo descendería a la profundidad de la desgracia para rescatar la raza caída.” Patriarcas y Profetas, 48

6. Comentarios

Cristo es el único Salvador del ser humano y con este propósito vino a este mundo, tal como se describe en 1 Timoteo 1:15 “…Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” 1 Timoteo 1:15 y ya en su nombre se encontraba definido este fin: “Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” Mateo 1:21.

No hay otra alternativa para salvación sino solamente la aceptación de nuestro amado Redentor, Jesús: “… no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en quien podamos ser salvos” Hechos 4:12 y su salvación es completa y perfecta: “Por lo cual también, puede salvar hasta lo sumo a los que se acerca a Dios por medio de él…” Hebreos 7:25

“El plan de la salvación había sido concebido antes de la creación del mundo; pues Cristo es ‘el Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo.’ (Apoc. 13:8) Sin embargo, fue una lucha, aun para el mismo Rey del universo, entregar a su Hijo a la muerte por la raza culpable. Pero, ‘de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.’ (Juan 3:16) ¡Oh, el misterio de la redención! ¡El amor de Dios hacia un mundo que no le amaba! ¿Quién puede comprender la profundidad de ese amor ‘que excede a todo conocimiento’? A través de los siglos sin fin, las mentes inmortales, tratando de entender el misterio de ese incomprensible amor, se maravillarán y adorarán a Dios.” Patriarcas y Profetas, 48, 49

7. Conclusión

“El universo entero se maravilló al ver que Cristo debía humillarse a sí mismo para salvar al hombre caído. El hecho de que Aquel que había pasado de una estrella a otra, de un mundo a otro, dirigiéndolo todo, satisfaciendo, mediante su providencia, las necesidades de todo orden de seres de su enorme creación, consintiese en dejar su gloria para tomar sobre sí la naturaleza humana, era un misterio que todas las inmaculadas inteligencias de los otros mundos deseaban entender.

Cuando Cristo vino a nuestro mundo en forma humana todos estaban interesados en seguirle mientras recorría paso a paso su sendero salpicado de sangre desde el pesebre hasta el Calvario. El cielo notó las afrentas y las burlas que él recibía, y supo que todo era instigado por Satanás. Presenció la obra de dos fuerzas contrarias: Satanás arrojando constantemente tinieblas, angustia y sufrimientos sobre la raza humana, y Cristo oponiéndosele. Observó la batalla entre la luz y las tinieblas a medida que se reñía con más ardor. Cuando Cristo exclamó en la cruz en su expirante agonía: ‘Consumado es,’ un grito de triunfo resonó a través de todos los mundos, y a través del mismo cielo.

Finalmente se había decidido la gran contienda que tanto había durado en este mundo, y Cristo era el vencedor.” Patriarcas y Profetas, 56