1. Principio

Creemos que sin la justicia de Jesucristo ningún ser humano mortal puede subsistir ante el Dios santo. El profeta Isaías se expresa del siguiente modo: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; …” (Isaías 64:6).

Para aclarar este asunto importante en nuestra vida de fe, citamos a continuación algunos Testimonios:

“Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos justicia propia con que cumplir lo que la ley de Dios exige. Pero Cristo nos preparó una vía de escape. Vivió en esta tierra en medio de pruebas y tentaciones como las que nosotros tenemos que arrostrar. Sin embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros, y ahora ofrece quitar nuestros pecados y vestirnos de su justicia.” El Camino a Cristo, 62. Romanos 5:1; 1:16, 17; 3:23, 24.

“‘Qué es la justificación por la fe? Es la obra de Dios de echar al polvo la gloria del hombre y hacer por él lo que no está en poder hacer por sí mismo. Cuando los hombres reconocen entonces su propia nulidad, están preparados para ser revestidos con los justicia de Cristo.’ Review and Herald, 16 de septiembre de 1902.” Cristo Nuestra Justicia, por A.G. Daniells, 86.

“Así tienen remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios. Más que esto, Cristo imparte a los hombres atributos de Dios. Edifica el carácter humano a la semejanza del carácter divino y produce una hermosa obra espiritualmente fuerte y bella. Así la misma justicia de la ley se cumple en el que cree en Cristo.” El Deseado de Todas las Gentes, 710, 711.

“Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.” Palabras de Vida del Gran Maestro, 253 – 254.

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu. … Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:1, 34; Jeremías 33:15, 16).

“ ‘La justicia por la cual somos justificados se nos atribuye. La justicia por la cual seremos santificados nos será concedida. La primera nos hace pretendientes del cielo y la segunda nos hace apropiados para entrar en él.’ Review and Herald, 4 de junio de 1895.” Cristo Nuestra Justicia, por A.G. Daniells, 82.

 

2. Introducción

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual … en Cristo, según nos escogió en él … para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” Efesios 1:3-6. El ser humano es aceptado por Dios a través de Jesucristo y es a través de El que se obtiene la vida eterna: “…todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna …” Juan 17:2. Es importante comprender el proceso:

“La ley requiere justicia, una vida justa, un carácter perfecto: y esto no tenía el hombre para darlo.

No puede satisfacer los requerimientos de la santa ley de Dios. Pero Cristo, viviendo a la tierra como hombre, vivió una vida santa y desarrolló un carácter perfecto. Ofrece éstos como don gratuito a todos los que quieran recibirlos. Su vida reemplaza la vida de los hombres. Así tienen remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios.

Más que esto, Cristo imparte a los hombres atributos de Dios. Edifica el carácter humano a la semejanza del carácter divino, produciendo una hermosa obra espiritualmente fuerte y bella.” El Deseado de Todas las Gentes, 710, 711.

3. Definición

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron contados pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.” Romanos 5:19. La raza humana es desobediente a la voluntad de Dios y por lo tanto es pecadora, así que la única solución posible para cambiar el curso de la cosas es la introducción en el proceso de alguien, humano, que es obediente, no pecador y puede adjudicar su justicia a los que no lo son por naturaleza pero lo adquieren por la fe a través de la adquisición de un nuevo estado espiritual.

“Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” Romanos 3:26. Únicamente Jesús, que es justo, puede transferir esta justicia a aquellos que la poseen, pero que le aceptan por la fe. Así pues, Cristo recibe con todo el derecho el siguiente nombre: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en el que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” Jeremías 23:5, 6. Esta profecía mesiánica confirma una vez más a Cristo como la única justicia del ser humano.

Todo el plan de salvación gira alrededor de la justicia de Cristo, pues así se nos explica en Romanos 4:25 “El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”. La causa de la muerte de nuestro Salvador fueron nuestros pecados y la resurrección la prueba de su sacrificio expiatorio por el Padre, la cual le convirtió en el Garante de nuestra redención.

El ser humano que acepta a Cristo como su justicia, es decir, como el único que puede darle salvación experimenta la reconciliación con el Cielo: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Romanos 5:1.

Las Sagradas Escrituras exponen, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la relación entre la justicia de Dios y la vida del cristiano: “Porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: el justo vivirá por la fe” Romanos 1:17, ya que según Proverbios 12:28 “En el camino de la justicia está la vida…” y los mandamientos de Dios son justicia, de acuerdo al Salmo 119:172 “Porque todos tus mandamientos son justicia”, acerca de los cuales Jesús declaró: “Y sé que su mandamiento es vida eterna” Juan 12:50. Además Cristo mismo declaró acerca de si mismo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” Juan 14:6.

“La justicia es amor, y el amor es la luz y vida de Dios. La justicia de Dios está personificada en Cristo. Al recibirle, recibimos la justicia. No se obtiene la justicia por conflictos penosos, ni por rudo trabajo, ni aun por dones o sacrificios, es concedida gratuitamente a toda alma que tiene hambre y sed de recibirla.” El Discurso Maestro de Jesucristo, 23.

4. Características

Los rasgos distintivos de la justicia, de acuerdo a las Sagradas Escrituras, son propias del carácter de Dios, ya que El mismo es la justicia:

• ETERNIDAD

 “Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad” Salmo 119:142.

• PAZ

 “Y el efecto de la justicia será paz …” Isaías 32:17.

• SEGURIDAD

 “… y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre” Isaías 32:17.

• VITAL

 “… la justicia es para vida…” Proverbios 11:19.

• DON

 “… los que reciben la abundancia de la gracia, y del don de la justicia” Romanos 5:17.

• FRUTOS

 “Llenos de frutos de justicia, que son por Jesucristo …” Filipenses 1:11.

• ANUNCIABLE

 “… guardó a Noé, pregonero de justicia …” 2 Pedro 2:5.

• DIVINA

 “Conforme a tu nombre, oh Dios, así es tu loor hasta los fines de la tierra; de justicia está llena tu diestra” Salmo 48:10

“La justicia es la práctica del bien y es por sus hechos por lo que todos han de ser juzgados. Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es genuina o no.” Palabras de Vida del Gran Maestro, 289, 290.

5. Referencias

Los símbolos que se usan en la Palabra de Dios para ilustrar la justicia son muy ilustrativos:

• Cinto

 “Y será la justicia cinto de sus lomos …” Isaías 11:5.

• Diestra

 “… te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10.

• Ondas del mar

 “… y tu justicia como las ondas de la mar” Isaías 48:18.

• Luz

 “… mi justicia descubriré para luz de pueblos” Isaías 51:4.

• Adorno

 “Con justicia serás adornada…” Isaías 54:14.

• Coraza

 “Pues de justicia se vistió como de coraza …” Isaías 59:17.

• Árbol

 “… y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya” Isaías 61:3.

• Manto

 “…me rodeó de manto de justicia …” Isaías 61:10.

• Morada

 “… Jehová, morada de justicia …” Jeremías 50:7.

• Arroyo

 “Antes corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” Jeremías 5:24.

• Sol

 “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salud …” Malaquías 4:2.

“No ganamos la salvación con nuestra obediencia; porque la salvación es el don gratuito de Dios, que se recibe por la fe. Pero la obediencia es el fruto de la fe. “Sabéis que él fue manifestado para quitar los pecados, y en él no hay pecado. Todo aquel que mora en él no peca; todo aquel que peca no le ha visto, ni le ha conocido”. (1 S. Juan 3: 5, 6) He aquí la verdadera prueba. Si moramos en Cristo, si el amor de Dios mora en nosotros, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones, tienen que estar en armonía con la voluntad de Dios como se expresa en los preceptos de su santa ley. “¡Hijitos míos, no dejéis que nadie os engañe! el que obra justicia es justo, así como él es justo”(1 S. Juan 3: 7). Sabemos lo que es justicia por el modelo de la santa ley de Dios, como se expresa en los Diez Mandamientos dados en el Sinaí.” El Camino a Cristo, 61, 62.

6. Comentarios

“La norma para medir el carácter es la ley real. La ley es el detector del pecado. El pecado se conoce por medio de ella. Pero el pecador es atraído constantemente a Jesús mediante la manifestación extraordinaria de su amor revelado en la humillación de sí mismo al morir una muerte vergonzosa sobre la cruz. ¡Qué estudio es éste! Los ángeles se han esforzado y han anhelado fervientemente comprender este maravilloso misterio. El hecho de que el hombre, caído y engañado por Satanás, después de tomar el lado del enemigo pueda ser conformado a la imagen del Hijo del Dios infinito, es un estudio capaz de abrumar la inteligencia humana más elevada. ¡Que el hombre pueda llegar a ser semejante a él; que, en virtud de la justicia de Cristo regalada al hombre, Dios amara al ser humano -caído, pero redimido- como amó a su propio Hijo! Léanlo directamente de los oráculos vivientes.

Este es el misterio de la piedad. Este cuadro de valor superlativo debe colocarse en cada discurso, colgarse en el salón de la memoria, expresado por los labios humanos, debe ser copiado por los seres humanos que han trabajado y comprobado que el Señor es bueno, y se debe meditar en él para que constituya el fundamento de cada discurso…

El cristiano es el tipo más elevado de persona, porque es semejante a Cristo. Conoce sus debilidades y se aferra de la fuerza divina con un propósito ferviente y una fe viva, y sale victorioso. Su paz y su regocijo son grandes, porque provienen del Señor, y nada puede ser más aceptable a la vista de Dios que la humillación continua del alma delante de él. Estas evidencias son pruebas inequívocas de que el Señor ha tocado los corazones mediante su Santo Espíritu. El milagro operado en el hijo de Dios que lucha contra sus defectos naturales y los vence, es más formidable que los milagros de sanidad física. El universo de Dios lo observa con un gozo mucho mayor que el que experimenta ante cualquier demostración exterior, por espléndida que sea. El carácter interno se moldea de acuerdo con el Patrón divino…

La consideración de Cristo como nuestra única fuente de fortaleza, la evidencia de su amor incomparable al hacer que la culpa Por los pecados humanos fuera cargada a su cuenta y que su propia justicia le fuera imputada al hombre, de ninguna manera elimina la ley ni disminuye en nada su dignidad. En lugar de eso la coloca en un sitio donde la luz correcta brilla sobre ella y la glorifica. Esto sucede únicamente gracias a la luz que se refleja de la cruz del Calvario. La ley se muestra completa Y plena en el grande plan de salvación únicamente cuando se la presenta a la luz que brilla del Salvador crucificado y resucitado. Esto sólo se puede discernir espiritualmente. Enciende en el corazón del espectador la fe ardiente, la esperanza y el gozo de que Cristo es su justicia. Esta alegría se reserva únicamente para los que aman y obedecen las palabras de Jesús. las cuales son las palabras de Dios.” Exaltad a Jesús, 145

 

7. Conclusiones

“ Esta fe sencilla, que acepta al pie de la letra lo que Dios dice, debe ser estimulada. El pueblo de Dios debe poseer la clase de fe que se ase del poder divino; “porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efe. 2: 8). Aquellos que creen que por amor de Cristo, Dios ha perdonado sus pecados, no deben, por causa de la tentación, dejar de seguir peleando la buena batalla de la fe. Su fe debe volverse cada vez más fuerte hasta que su vida cristiana, como sus palabras, declare: “La sangre de Jesucristo… nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7).

Si tenemos el espíritu y el poder del mensaje del tercer ángel, debemos presentar juntos la ley y el Evangelio, porque van juntos. Así como un poder terreno está incitando a los hijos a la desobediencia, a anular la ley de Dios, y a pisotear la verdad de que Cristo es nuestra justicia, un poder de lo alto está obrando en los corazones de los que son leales, para que ensalcen la ley, y a Jesús como Salvador completo. A menos que el poder divino penetre en la experiencia del pueblo de Dios, las teorías e ideas erróneas aherrojarán las mentes; Cristo y su justicia se perderán de la experiencia de muchos, y su fe quedará sin poder ni vida. . .

Debe enseñarse a la gente que Cristo es su salvación y su justicia. Satanás tiene el premeditado propósito de impedir que las almas crean en Cristo como única esperanza suya; porque la sangre de Cristo que limpia de todo pecado obra eficazmente sólo en favor de aquellos que creen en su mérito, y la presentan ante el Padre como presentó Abel su ofrenda. . .

El centro de nuestro mensaje no es sólo los mandamientos de Dios, sino también la fe de Jesús. Una brillante luz resplandece sobre nuestra senda hoy día, y nos induce a aumentar nuestra fe en Jesús. Debemos recibir todo rayo de luz, y andar en él… Al recibir mayor luz, los hombres deben ser reformados, elevados y refinados por ella.” Obreros Evangélicos, 169-171.