1. Principio

Creemos que el Espíritu Santo se encontró en acción desde el principio, y se encuentra constantemente en acción en la salvación. Génesis 1:2; Salmo 51:11; Isaías 63:10, 11.

La Biblia nos informa ya en sus primeras páginas sobre su actuación en los corazones de los seres humanos. Génesis 6:3.

Creemos que el Espíritu Santo es el representante de Cristo en la tierra. El convence de pecado, lleva al arrepentimiento y a la conversión. Renueva y transforma al ser humano. Además, guía a la verdad, lleva al conocimiento de la voluntad divina, y da fuerza para la obediencia y la victoria sobre el pecado. Juan 3:5, 6; 14:16, 17; 16:13.

Una interpretación de las verdades bíblicas, conforme a la voluntad de Dios, es posible solamente por medio del Espíritu Santo (Juan 14:26; Hechos 1:8), cuya naturaleza, sin embargo, permanece como un misterio (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 42).

Según la comisión de Jesús, el bautismo debe efectuarse en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Mateo 28:18 – 20.

2. Introducción

El Señor Jesús hizo una hermosa promesa a sus discípulos poco antes de finalizar su labor en esta tierra, pues no deseaba que sus seguidores se sintieran abandonados. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre” Juan 14:16. Además les explicó la necesidad de que Jesús concluyera su obra en la tierra para que el Consolador realizará la suya: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros, mas si me fuere, os lo enviaré” Juan 16:7.

Cristo introdujo al Consolador o Espíritu Santo a sus discípulos de tal modo que se confirma una vez más la unidad de la deidad, tal como se describe en Juan 14:26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre…”. Así pues, el Espíritu Santo sería enviado por el Padre y también por el Hijo, de acuerdo al versículo anterior, y confirmaría todo lo dicho y enseñado por Jesús.

“Necesitamos comprender que el Espíritu Santo… es tanto una persona como lo es Dios.” Manuscrito 66, 1899

“El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella.” El Deseado de todas las Gentes, 622

3. Definición

El primer apelativo que encontramos en el Nuevo Testamento acerca del Espíritu Santo, se encuentra en Juan 14:16 “…Consolador…” y la combinación de ambos en Juan 14:26 “…el Consolador, el Espíritu Santo…”. Pero aún encontramos otro título más en Juan 15:26 “…el Consolador… el Espíritu de verdad…”.

Las funciones que se le asignan al Espíritu Santo en ocasión de su presentación son importantes para comprender mejor este tema. A continuación se detallan:

  1. Enseñar: “…él os enseñará todas las cosas …” Juan 14:26
  2. Recordar: “…y os recordará todo lo que yo os he dicho” Juan 14:26
  3. Convencer: “…convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” Juan 16:8
  4. Testificar: “…él dará testimonio acerca de mí” Juan 15:26
  5. Conducir: “…él os guiará a toda la verdad …” Juan 16:13
  6. Profetizar: “… y os hará saber las cosas que habrán de venir” Juan 16:13
  7. Glorificar: “El me glorificará …” Juan 16:14
  8. Revelación: “…nos las ha revelado Dios por medio de su Espíritu …” 1 Corintios 2:10
  9. Escudriñar: “…el Espíritu escudriña todas las cosas …” 1 Corintios 2:10
  10. Inspirar: “…inspirados por el Espíritu Santo” 2 Pedro 1:21

“No es esencial para nosotros ser capaces de definir justamente qué es el Espíritu Santo.

La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla, porque el Señor no se la ha revelado. Los hombres de conceptos fantásticos pueden reunir pasajes de las Escrituras y darles interpretación humana; pero la aceptación de esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. En cuanto a estos misterios, demasiado profundos para el entendimientos humano, el silencio es oro.” Los Hechos de los Apóstoles, 42, 43

4. Características

Las peculiaridades que identifican al Espíritu Santo, por ser sus frutos se describen claramente en Gálatas 5:22, 23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” y éstos deben convertirse en cualidades del ser humano renacido, puesto que la Palabra de Dios nos aconseja: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” Gálatas 5:16.

Es hermoso comprobar que el primer fruto del Espíritu es el amor, el cual, como todos los demás nos es dado por el Cielo e impartido por el Espíritu: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:5. También el gozo se relaciona directamente con el reino de Dios y su entrega a través del Consolador: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” Romanos 14:17.

Poseer el Espíritu Santo que nos es dado por Dios es un deseo celestial, el cual debemos reclamar, pues juntamente con El recibimos también sus frutos: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11:13. Pero debemos ser obedientes a la voluntad del Señor y fieles a su Palabra, que nos amonesta del siguiente modo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” Efesios 4:30.

El Espíritu Santo no sólo nos ‘sella’ para ser salvos, sino que además obra en una forma personal en la vida de cada hijo de Dios. A continuación se citan algunas de las actividades que realiza en nuestro favor:

  • Ayuda: “Y asimismo también el Espíritu ayuda nuestra flaqueza …” Romanos 8:26
  • Suplica: “…el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles” Romanos 8:26
  • Perfecciona las oraciones humanas: “…Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios, demanda por los santos” Rom. 8:27
  • Guía: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios” Romanos 8:14
  • Seguridad: “Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios” Romanos 8:16
  • Amor: “Os ruego empero, hermanos, por el Señor nuestro Jesucristo, y por el amor del Espíritu, que me ayudéis con oraciones por mí a Dios” Romanos 15:30
  • Participación: “… y la participación del Espíritu Santo sea con vosotros todos …” 2 Corintios 13:13
  • Asienta: “Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros …” Hechos 15:28
  • Comunicador: “…los cuales decían a Pablo por Espíritu, que no subiese a Jerusalén” Hechos 21:4
  • Ordena: “… habiendo dado mandamientos por el Espíritu Santo …” Hechos 1:2
  • Envía: “Y el Espíritu dijo a Felipe: Llégate, y júntate a este carro” Hechos 8:29
  • Transporta: “…el Espíritu del Señor arrebató a Felipe …” Hechos 8:39
  • Aconseja: “Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar …” Hechos 11:12
  • Anuncia: “ … daba a entender por Espíritu, que había de haber una grande hambre …” Hechos 11:28
  • Comisiona: “…dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra, para la cual los he llamado” Hechos 13:2
  • Prohíbe: “… les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia” Hechos 16:6
  • Impide: “Y como vinieron a Misia, tentaron de ir a Bitinia; mas el Espíritu no les dejó” Hechos 16:7
  • Ilustra: “… Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón cuyo es este cinto …” Hechos 21:11
  • Invita: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven …” Apocalipsis 22:17

“El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, poderes infinitos y omniscientes, reciben a aquellos que verdaderamente entran en una relación de pacto con Dios. “ Manuscrito, 19.04.1900

5. Referencias

Además de los frutos del Espíritu, las Sagradas Escrituras nos presentan, los dones del Espíritu, los cuales deben conocerse, tal como se anuncian en 1 Corintios 12:1 “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”, los cuales se describen del siguiente modo: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” 1 Corintios 12:11. Estos mismos dones se encuentran descritos en 1 Corintios 12:28: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”.

Si los frutos del Espíritu tenían que ver, principalmente, con los rasgos de carácter que debe adoptar el cristiano renacido, los dones del Espíritu se vinculan más a la colectividad y al bien común, tal como se describe en Efesios 4:12, 14, 15 “Para el perfeccionamiento de los santos, para la edificación del cuerpo de Cristo … para que ya no seamos niños fluctuando de acá para allá, y llevados en derredor por todo viento de enseñanza, …sino que, hablando la verdad con amor, vayáis creciendo en todos respectos en el que es la cabeza, es decir, en Cristo”. A continuación se sintetizan las cinco razones fundamentales que priorizan los dones espirituales:

  1. Perfección de los hijos de Dios
  2. Edificación o beneficio para la iglesia de Dios
  3. Evitar debilidad e inseguridad en la doctrina
  4. Comunicar la verdad con amor
  5. Crecer espiritualmente como miembros de la iglesia de Dios. Ampliando estos cinco puntos que enfatizan la importancia, así como el área de acción de los dones del Espíritu, otra perspectiva nos la ofrece Efesios 4:13, al analizar dos aspectos más que sintetizan los anteriores: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Así pues, deben añadirse dos razones más:
  6. Unidad de la fe o doctrina
  7. Conocimiento del Hijo de Dios o Deidad

      = Ser humano perfecto en Cristo

Es importante tomar en consideración que tanto la unidad en la diversidad de dones como el control de la distribución de los mismos se encuentran bajo el control del Espíritu, de acuerdo a 1 Corintios 12:4, 11 “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo … pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”, puesto que el designio de Dios es la diversidad su área de acción al distribuir estos dones es muy amplia y beneficiosa para todos: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas” 1 Corintios 12:7-10

“Jesús prometió a sus discípulos “el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.” “Cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; …y os hará saber las cosas que han de venir.” (S. Juan 14: 26; 16: 13.) Las Sagradas Escrituras enseñan claramente que estas promesas, lejos de limitarse a los días apostólicos, se extienden a la iglesia de Cristo en todas las edades. El Salvador asegura a los discípulos: “Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (S. Mateo 28: 20.) San Pablo declara que los dones y manifestaciones del Espíritu fueron dados a la iglesia “para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo: hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4: 12, 13, V.M.)

En favor de los creyentes de Efeso, el apóstol rogó así: “Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él; siendo iluminados los ojos de vuestro entendimiento, para que conozcáis cuál sea la esperanza de vuestra vocación, … y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros que creemos.” (Efesios 1: 17-19, V.M.) Que el ministerio del Espíritu divino iluminara el entendimiento y revelara a la mente las cosas profundas de la santa Palabra de Dios, tal era la bendición que San Pablo pedía para la iglesia de Efeso.” El Gran Conflicto, introducción

6. Comentarios

Brevemente antes de su ascensión, el Señor Jesús, dio una promesa y una orden muy enfática a sus discípulos: “Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, … vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos” Hechos 1:4, 5. Estas palabras divinas se cumplieron literalmente pocos días después: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo…” Hechos 2:4.

El derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés tenía un propósito específico, ya que era necesario predicar la verdad en Cristo a judíos y paganos: “Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron a …Varones hermanos, qué haremos?…Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” Hechos 2:37, 38. La conversión y la entrega a Cristo era necesaria para convertirse en nuestras criaturas. El Espíritu Santo otorgó este poder en la predicación de la Palabra a los discípulos y conmovió los corazones de los oyentes de tal modo que “…el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” Hechos 2:47.

El Salvador les había indicado lo que debían hacer, después de recibir el poder para ello: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” Hechos 1:8. Tal como se detallado anteriormente, el Pentecostés fue el cumplimiento de este mensaje, así como los días que siguieron después, sin embargo este mensaje celestial no era nuevo, pues ya se encontraba anunciado en el Antiguo Testamento en el libro de Joel, tal como expuso el apóstol Pedro en Hechos 2:16-18 “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”. Esta profecía no sólo cumplió su contenido en la época apostólica, sino que también lo hará en el futuro, pues el mensaje dado a través de Joel declara: “Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio” Joel 2:23.

Ya la ‘lluvia temprana’ descendió en la era apostólica, pero ahora se nos ha ordenado solicitar a Dios la ‘lluvia tardía’, de modo que antes de la segunda venida de Cristo una gran obra de predicación a nivel mundial pueda llevarse a cabo: “Pedid a Jehová la lluvia en la sazón de la lluvia tardía! Pues Jehová es el que da … y él os dará lluvias abundantes …” Zacarías 10:1

“Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones. Hay muchos que creen y profesan aferrarse a la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo y acerca del Espíritu Santo, y sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo “así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban.

Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla.” El Deseado de todas las Gentes, 626, 627

7. Conclusión

“El Espíritu Santo es el aliento de la vida espiritual en el alma. El impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo. Imbuye al que lo recibe con los atributos de Cristo.” El Deseado de todas las Gentes, 734

“Los que ven a Cristo en su verdadero carácter y le reciben en el corazón, tienen vida eterna. Por el Espíritu es como Cristo mora en nosotros; y el espíritu de Dios recibido en el corazón por la fe es el principio de la vida eterna.” El Deseado de todas las Gentes, 338.

“No vemos a Cristo ni hablamos con él pero su Espíritu Santo está tan cerca de nosotros en un lugar como en otro. Obra en cada uno y por cada uno de los que reciben a Cristo. Los que conocen la presencia permanente del Espíritu revelan los frutos del espíritu: amor, gozo, paz, longanimidad, bondad, mansedumbre, fe, templanza.” 6 Comentario Bíblico, ASD, 1112

“La conciencia es la voz de Dios que habla en medio del conflicto de las pasiones humanas; al desoírla se contrista al Espíritu de Dios.” 5 Testimonies, 120

“Los hombres tienen el poder de apagar el Espíritu de Dios; se les deja la facultad de elegir. Se les da libertad de acción. Pueden ser obedientes por el nombre y la gracia de nuestro Redentor, o desobedientes, y cosechar las consecuencias.” Obreros Evangélicos, 183

“Dios no promulga ningún decreto que manifieste que el hombre no se salvará. No arroja ante los ojos tinieblas que éstos no puedan penetrar. Pero, el hombre resiste primero la acción del Espíritu de Dios y una vez que la ha resistido es más fácil la segunda, más aún la tercera y mucho más la cuarta. Luego llega la cosecha de la semilla de incredulidad y resistencia…. Por otra parte, cada rayo de luz recibido dará su cosecha de luz. Una tentación vencida dará poder para resistir más firmemente la segunda; cada nueva victoria ganada sobre el yo allanará el camino para triunfos superiores y más elevados. Cada victoria es una semilla sembrada para la vida eterna.” 5 Testimonies, 120

“Nadie necesita considerar el pecado contra el Espíritu Santo como algo misterioso e indefinible. El pecado contra el Espíritu Santo consiste en rechazar persistentemente la invitación al arrepentimiento.” 5 Comentario Bíblico, ASD, 1093

“Por naturaleza, el corazón es malo, y ‘Quién hará limpio de inmundo? Nadie.’ (Job 14: 4.) Ningún invento humano puede hallar un remedio para el alma pecaminosa. . . . La fuente del corazón debe ser purificada antes que los raudales puedan ser puros. El que está tratando de alcanzar el cielo por sus propias obras observando la ley, está intentando lo imposible. No hay seguridad para el que tenga sólo una religión legal, sólo una forma de la piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Hay una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo.” El Deseado de todas las Gentes, 142

“El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es hecho puro el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente partícipe de la naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia.” El Deseado de todas las Gentes, 608

“Así como el viento es invisible y sin embargo se ve y se sienten claramente sus efectos, así obra el Espíritu de Dios en el corazón humano. El poder regenerador que ningún ojo humano puede ver, engendra una vida nueva en el alma; crea un nuevo ser conforme a la imagen de Dios.” Camino a Cristo, 41

“El que mira a Cristo con la fe sencilla del niño, llega a ser participante de la naturaleza divina por medio de la obra del Espíritu Santo.” Review and Herald, 29.11.1892